La hipertensión es, junto con el tabaquismo y el colesterol alto, uno de los principales factores de riesgo para desarrollar enfermedades cardíacas. Es fundamental considerar además, que es una enfermedad que no se cura sino que se controla, aunque muchas personas le restan importancia a seguir un tratamiento para controlarla.
La clave de los tratamientos para la hipertensión es que los pacientes sean constantes al realizarlos. Esto, lamentablemente, no es lo más usual ya que los pacientes lo cumplen alternadamente o lo abandonan al poco tiempo.
Existen dos tipos de hipertensión:
A. Hipertensión esencial o primaria: es la más frecuente y su causa es desconocida aunque se atribuye principalmente a factores genéticos.
B. Hipertensión arterial secundaria: puede darse por diferentes causas. Es por esto que, para diagnosticarla, es necesario hacer un chequeo general para descartar motivos secundarios que puedan ser corregidos. Algunos de ellos pueden ser: hipertiroidismo (más habitual en mujeres), apnea del sueño (más frecuente en hombres) o coartación de la aorta, entre otros.
En todos los casos es necesario confirmar los motivos, sin embargo en personas de edad avanzada suele tratarse de la hipertensión esencial, mientras que en personas jóvenes, hay mayor cantidad de casos de hipertensión secundaria.
Las recomendaciones generales que se deben tener en cuenta son:
1. Perder peso en casos en los que el paciente presente exceso. Si el paciente logra el peso recomendado puede hasta conseguir evitar el uso de medicación.
2. Evitar la sal o reducir su uso al mínimo ya que el sodio provoca retención de líquidos y el aumento de la presión.
3. Evitar el tabaco ya que aumenta el riesgo de desarrollar enfermedades cardíacas. A los pocos meses de dejar de fumar, ese riesgo baja notablemente y después de algunos años sin consumir tabaco puede incluso desaparecer.
4. Evitar el consumo de cafeína y de bebidas alcohólicas.
5. Evitar medicamentos que aumentan la resistencia vascular como las pastillas anticonceptivas y algunos antiinflamatorios.
6. Hacer actividad física aeróbica durante 40 minutos, día por medio. El ejercicio físico ayudará a bajar la presión arterial pero también incidirá en el descenso de peso, contribuirá a regular el colesterol y a calmar las repercusiones en el organismo frente a situaciones de estrés.
7. Seguir una dieta rica en frutas y verduras y evitar las grasas saturadas y grasas trans.
Tratamiento farmacológico. Si con las medidas recién mencionadas no se logra bajar la presión arterial, habrá que iniciar tratamiento farmacológico. En cuanto a quienes padecen hipertensión esencial, ésta es crónica y el paciente deberá seguir el tratamiento que corresponda en cada caso, de por vida.
Asesor: Dr. Pablo Kempny - Cardiólogo.
Fuente consultada: www.fac.org.ar