La hipertensión en adultos mayores provoca el aumento del espesor y cambio de estructura de la pared arterial, y sucede cuando la sangre alcanza una presión mayor a la esperada.
El corazón envía sangre al organismo y cuando se contrae, a las arterias. La presión sistólica es la máxima, y la mínima es la diastólica que se da cuando el corazón se relaja. Pasados los 60 años de edad, la presión sistólica crece y la diastólica disminuye.
La presión normal o esperada para una persona adulta, debe ser menor a 120/80 mm Hg ó "12/8" (mm Hg - milímetro de mercurio es la unidad de medida para la presión arterial). Se considera presión arterial alta cuando una persona que se hizo reiterados controles, tiene la presión a partir de 140/90 mm Hg o "14/9". No es posible diagnosticar hipertensión habiendo realizado un solo control.
Síntomas y diagnóstico
Algunos de los síntomas asociados a esta enfermedad son: agotamiento, dolor de cabeza, mareo y ansiedad. Si el cuadro se agrava puede haber náuseas y vómitos, distorsión de la visión, confusión, zumbidos en los oídos, dolor en el pecho, hemorragia nasal, mareos más pronunciados y sudor excesivo. Sin embargo, en la mayoría de los casos la hipertensión es asintomática. Es por esto que se la conoce como “la muerte silenciosa” y el paciente puede desconocer que la padece. Muchas de las muertes que se producen por problemas cardiovasculares o renales se iniciaron como hipertensión. Por eso, es clave entenderla como una enfermedad que necesita un seguimiento permanente.
Para diagnosticar la hipertensión arterial habrá que consultar al médico, quien hará los estudios necesarios. Una vez que se haya diagnosticado el cuadro, es fundamental que el paciente pueda tomarse la presión con frecuencia en su casa. La mayor parte de las personas hipertensas de más de 60 años tienen causa desconocida y se atribuye a factores genéticos.
Asesor: Dr. Pablo Kempny -Cardiólogo.
Fuente consultada: www.fac.org.ar/